jueves, 17 de junio de 2010

A Irene y Carol,

E T A P A O: P R E L I M I N A R E S

Inicio este relato basado en las sensaciones que experimenté durante aquellos días en el Pirineo. Y como tales, subjetivas, pero sinceras.
Aquel día no era como otro cualquiera. Después de varios meses de preparación, llegaba el momento esperado. La noche antes ya puse la bici en el coche, ya tenía la mochila preparada -sí, habeis leído bien, mochila-, el neceser y la ropa de cambio para salir de la oficina "disfrazado" de biker. Esa noche me costó conciliar el sueño, entre el temor y la curiosidad discurrieron las horas hasta que llegó la mañana del día 0. Terminé mis labores profesionales y me dirigí a buscar a mi compañero de aventura a su casa. Puntualmente ya me estaba esperando. Cargamos su bici y enseguida partimos. La lluvia no dejó de acompañarnos durante todo el trayecto...sin duda un mal presagio.
Tras varias horas de viaje, llegamos al destino: la oficina de Pedals de Foc. Nos dieron el pack de bienvenida y nos pusieron el primer sello ( C1 ). Tan sólo nos quedan ocho más, pensé. Llegamos al hotel y tras varias idas y venidas al coche, donde dejamos lo prescindible-por aquello del peso en la mochila-. Colocamos el soporte del libro de ruta en la bici, entre nervios y poca habilidad, al menos por mi parte. Cenamos en el hotel, repleto de afliados al "Incerso". Yo ya tiraba de iboprufeno...bendito potingue! Nos fuimos a la cama tras ver la decepcionante previsión meteorológica. No pegué ojo en toda la noche...sería la emoción?

E T A P A 1: C O N A N G L E S - C A S T E L L A R S


Amaneció el dia lluvioso, nos enfundamos el chubasquero y fuimos al punto de encuentro con el taxi que nos dejaría, junto a otros bikers, al otro lado del túnel, al inicio: el refugi de Conangles.
El inicio fue un poco caótico. A Alberto no le funcionaba el "conta", el libro de ruta y yo no nos entendíamos, llovía, hacía frío..."pero dónde coño nos hemos metido..."y aún ni hemos empezado! Bueno, al final nos ponemos en marcha y empezamos a subir por una pista pedregosa, húmeda y resbaladiza. El agua de los torrentes se oyen desde todas direcciones.
Primeros resoplidos. Bajamos y volvemos al valle...ya tenemos los pies mojados de pasar tanto charco y riachuelo. Aunque de nuevo en subida, lo peor estaba por llegar:


Ya lo veis, entre todos los que circulábamos por la zona nos ayudamos para poder continuar por la pista del agua.

Tras estar un buen rato perdidos por el valle inundado, al final encontramos la pista buena, entre torres de tensión, para terminar en la carretera. A lo lejos vemos la presa donde se recogía toda el agua que cruzamos.

Pasamos cerca de varios pueblos hasta terminar en Vilaller ( C2 ). Enfilamos el Coll de Seserres, primeras cuestas respetables, pero de pista ancha y sin grandes porcentajes. Las vistas nos hacen recuperar el aliento y la ilusión vuelve a estar intacta. Por fín encontramos ritmo de pedaleo.

Tras coronar, seguimos el libro de ruta, que nos desvía de la ruta cásica hacia un sendero muy peculiar, lo he bautizado como "el sendero de Mordor" de belleza extrema pero de difícil ciclabilidad en "algunos" pasos. Nos toca subir la bici al hombro y en la bajada vamos con mucha precaución. Ello no evita que acabe cayendo barranco abajo con la bici un par de metros por debajo mío...sin consecuencias. Sin embargo, internamente apareció una señal de atención.

Después del susto, hacemos un tramo muy divertido que cruza a saco la carretera por trialeritas que acaban todas ellas con escalones. Ello desemboca al gris asfalto, para tomar las duras rampas hasta el pueblo de Irán. Ha salido el sol! Llegamos a Casa Joanot. Nos hemos cambiado el calzado ( de algo sirve llevar todo el equipaje encima ), y tomamos una cerveza reconstituyente. Nos ofrecen una muy respetable comida y seguimos la marcha.

Transitamos por pistas cómodas, llaneando por las praderas de la Vall de Boi y luego ascendemos hasta llegar a la Ermita de Sant Salvador.

Nos lo tomamos con calma, antes de afrontar de nuevo la subida que nos conducirá a Castellars, donde pasaremos la noche. A mí el último tramo se me hizo eterno...

A destacar la cena en L'Abadía de Castellars ( C3 ). Unos entrantes de tostaditas con pesto y paté casero, queso del tupí... Me quedo con los canelones de setas, deliciosos. Entablamos conversación con otros bikers que coincidieron en maldecir el primer tramo de la etapa, excesivo de aigua. Quizás la organización podría ofrecer alguna alternativa, o no, de lo contrario la Pedals dejaría de ser la Pedals....sin duda a nosotros nos pasó factura por el resto de la ruta.


E T A P A 2: C A S T E L L A R S - E S P U I


Tras un abundante desayuno, lubricamos las bicis y nos ponemos en marcha. Joder...creo que por aquí no es!....no era la primera vez que nos pasó pero esta vez nos habíamos metido un sprint en subida de lo lindo.....venga... a volver de nuevo.
Retomamos la ruta correcta, saludamos a otros bikers que aún no habían partido, con esa cara de capullo que se te queda cuando sabes que "te has pasao por espavilao" pero bueno, como dijo uno de ellos a mi estúpida frase "no era por aquí....hemos subido a hacer una foto desde arriba" me respondieron "quien no se conforma es porque no quiere". lo clavó, sin duda.

La pista pedregosa tira para arriba hasta los 1.600 mtrs. Nos lo tomamos con calma y hacemos unas fotos con las vacas.

Llegamos al final del Coll de Peranera y de Sas. En este tramo la pista se torna de tierra roja, me recuerda mucho a la tierra batida de Roland Garros las pistas de tenis. Los dos admiramos el paisaje por doquier.
Descendemos hasta Erta y nos paramos ante el espectacular Prat de l'Or. Inmenso, silencioso, frágil, onírico.
Remontamos de nuevo unos metros para iniciar un largo descenso por la pista arcillosa y rojiza. Los charcos nos salpican el cuadro y la ropa, pero las sensaciones son buenas. Tras unos quilómetros por carretera asfaltada, llegamos a Les Esglesias ( C4 ). Se puso a llover de un modo considerable. Poco a poco nos juntamos todos los bikers que cubríamos la etapa en aquella posada. Decidimos pillarnos un bocata -por cierto nos lo envolvieron sólo la mitad con papel de aluminio, se ve que va escaso y caro en la zona-. Para colmo se nos vuelve invisible el "track de seguridad" en el GPS. Salgo rebotadísimo del garito aquel, mojándonos, buscando el puto caminito en el Garmin. Optamos por subir el Coll de l'Oli por la ruta clásica, por ello la necesidad del GPS y pasar del rutómetro de la organización. Al cabo de un buen rato, ya de subida al temido coll, con la lluvia de compañía consigo encontrar el caminito en la pantallita y así estar más tranquilos. No era plan de liarla con aquel tiempo ni meternos la subida en balde. Al final de la pista nos espera un senderito que nos lleva a la cima del Coll de l'Oli.





Estamos contentos porque hemos evitado cargar con la bici a cuestas -lo que les ocurrió a quienes siguieron la ruta 2010 y con el adicional peligro de perderse-. El suelo vuelve a ser rojizo. Nos hacemos una foto en la cima apoyando las bicis sobre el poste que indica la cota más alta. En un "plis plas", la niebla se cierne sobre nosotros y también un ramado de ovejas. Escondemos los bocatas rápidamente. Qué es esto que nos suena en los cascos? Joder es granizo!. En un momento la visibilidad se torna muy parca. No hay salida. Debemos bajar como sea. Nunca mejor dicho. el sendero es un riachuelo por donde el agua fluye y lo convierte en un tobogán acuático con barranco a la derecha. Vamos sobre la bici, de pie, con una sola cala, como podemos. No arriesgamos nada. Le tenemos respeto al medio, sin duda. No hablamos, sólo tratamos de bajar sin perdernos de vista el uno al otro. Ganamos un poco el plano, la lluvia arrecia, es un chaparrón en toda regla. El mayor desde que salimos de Vielha. Estamos empapados. Mi libro de ruta ya no me sirve para nada. Llegamos a un pueblo al final del sendero de bajada. Nos refugiamos en un porche y continuamos la marcha por la carretera. Ahora falta llegar a Espui. Descendemos con velocidad. El frío ya nos ha invadido todo el cuerpo. Temblamos como hojas sobre la bici. Llevo las piernas rojas por la baja temperatura y el agua. Me es casi imposible cambiar el plato con una sola mano. Entramos en la Vall Fosca. Muy ilustrativo el nombre a tenor del tiempo que hace. Ya en el llano, cerca de Capdella se cruza con nosotros un todoterreno. El conductor baja la ventanilla, sonríe y agita la mano de un modo muy claro. Nos dice: "collons, amb la que està caient!". "Us cal res?". Le pregunto si queda mucho para el Hotel Montseny. Con vehemencia nos indica que aún falta un ratito. Seguimos la marcha quitándole hierro al tema, como quien ignora el medio.....con conversaciones obvias tipo "joer nene cómo me has engañado, ji, ji". Por fin llegamos a Espui. Pasamos de las indicaciones del libro y subimos a lo alto del pueblo dejando la carretera a nuestra derecha. Nada de nada. Preguntamos en Cal Sastre, otro hostal. Nos dicen que quedan quinientos metros para llegar. Enfilamos un lateral de la carretera y por fin encontramos el hotel. Acabamos de dejar al otro lado de la calzada el inicio de la pista que mañana nos conducirá allá donde debe morar el diablo de las nieves. Qué miedo...
Ponemos pie a tierra, entramos en el Hotel Montseny ( C5 ). "Bona tarda", anunciamos. Sin mediar ninguna otra palabra, nuestro interlocutor nos mira, con su cigarrillo encendido entre los labios y nos contesta -traduzco- "no entreis con las botas mojadas en el hotel....las habitaciones son de parquet"-. Sin duda, una respuesta decepcionante.
La habitación era bonita, nada más. Tenía ducha con hidromasaje. La actitud de los responables del lugar fue muy deficiente. Les pedí gel de baño y me soltaron con malas maneras que no tenían ellos nada de eso. Ojo! que el hotel tiene tres estrellas. Al final me ofrecen un champú para cabello seco. Lo tomo y me marcho renegando en arameo, o sea, "la madre que los parió" entre otras expresiones de mi amplio vocabulario de barrio. Son las cinco y media de la tarde. Estamos totalmente empapados. Alberto se ducha mientras yo llamo a casa para avisar que ya hemos llegado. Ponemos la ropa a tender sobre el radiador. Para colmo, no nos funciona el secador-toallero del baño. Nos vestimos y bajamos a la recepción. Poco a poco llegan otros bikers. De pronto luce el sol. Luego cenamos copiosamente. Recuerdo la respuesta de la camarera, muy simpática, por cierto -: "de segundo hay pies y careta y butifarras". Fue lo mejor del lugar. el resto para olvidar y no repetir. A Alberto le empezaba a doler el talón de Aquiles. A mi ya hasta las pestañas. Nos tomamos las pastillitas milagrosas, pero la cara de mi compañero de ruta no auguraba nada bueno. Vamos a dormir y mañana será otro día, "el día".

E T A P A 3: E S P U I - B O S C D E L G E R D A R

Amanece un día soleado preludio de una memorable jornada biker que este humilde narrador guardará para siempre en su memoria, o almenos en este blog.
Un desayuno con muy pocas palabras. Nuestras miradas ya traducen los estados de ánimo, a pesar que nuestra amistad no es muy longeva. Salimos los primeros de nuevo del hotel e iniciamos la marcha. Nos adentramos en una pista que pica ligeramente para arriba...de momento muy llevadera. Me concentro en lo que debe ser un ascenso durísimo. Miro a Alberto. Me suelta: "me duele mucho el pie. Si llego va a ser épico". Intento animarlo y distraerle la atención. Sigue tirando fuerte, a ritmo constante, nadie diría de su sufrimiento. Tan sólo su expresión le delata, la boca entreabierta y la mirada perdida en la siguiente curva.
Decido seguir en silencio mientras poco a poco veo como la altitud aumenta. Hemos salido a 1.300. Vamos por los 1.500. Eso es lo bueno, ya hemos subido 200. Lo malo, debemos llegar a 2.200. Id haciendo cuentas...No obstante, seguimos adelante. Empezamos a ver las montañas peladas y abajo, muy abajo el pueblo de Espui.


De momento nos respeta el día. Todo un logro. 1.800 metros. Empezamos a ver cómo suben otros bikers, a un ritmo superior al nuestro. Los primeros ya están justo detrás. "Claro...van sin mochilas", pensé. Bueno, sí,. pero a parte tiraban más...y qué? No es una competición, es una experiencia. Alberto sigue con su causa, me saca unos 10 o 20 metros, depende del momento. Parece que el dolor le ha remitido. Nos pasa un biker con una trek 9.9. Va muy fuerte y nos pregunta a qué altura estamos. Al cabo de un par de minutos, aparece otro. Llegamos a un desvio. Me pregunta: "izquierda o recto". Miro el track y le contesto, entre fuertes suspiros: "creo que recto". El pollo, con acento guiri, me espetó: "estás seguro?" "A cuánto está el de delante, mira que hay que mantener la ventaja al resto de perseguidores". Yo en silencio pensé que "mira que hay gente para todo"....o sea "menudo gilipollas". Proseguimos la marcha. Poco a poco nos pasaron otros bikers del mismo grupo. Ya empezábamamos a divisar la cima del Coll del Triador. Una imagen que no olvidaré. un paquete de Ducados en la cuneta de una curva. Hice la conjetura que alguien se prometería dejar este vicio y decidió que aquel inhóspito "balneario" era su sitio. Sin duda yo pensé lo mismo. Nos cruzamos con todoterrenos que nos saludaban. Al final coronamos a 2.100 y pico metros.

Arriba, tuve un momento muy especial, sentimental, recordé algunos momentos de mi vida y sobre todo a mis dos amores. Me hubiera gustado haberlas visto allí viendo como este torpe hombrecillo, asmático, alérgico y poco amante de la vida sana hasta hacía muy poco, llegaba a lo alto del puerto más largo de la ruta, y para mí también el más duro. Casi me saltaron las lágrimas, no se si del dolor o de la emoción, seguramente mezcla de ambas. Nos hicimos unas fotos rápidamente. Alberto preguntó si alguien tenía una pomada o spray que aliviara su dolor. No obtuvimos resultado positivo.

Iniciamos la marcha, teóricamente "llaneando" durante cerca de 20 kms. sobre los 2.200 mtrs. Coronamos el Coll de la Portella.
Nos habiamos puesto los "peucos" para los tramos de descenso. Ello alivió mucho el dolor a mi compañero de viaje. La belleza del paisaje era indescriptible.


El poder de la naturaleza presidía cada palmo de terreno, cada instante del tiempo que disfrutamos de aquel espectáculo natural. La humanidad debería aprender muchas cosas de nuestro medio, seguramente no maltrataríamos tanto nuestras vidas con "boludeces" varias. Caballos, aves, cascadas, restos de nieve, pedruscos en medio de la pista, de todo.
El final de este tramos se hizo duro y largo. Al final, llegamos a las pistas de Espot. Descenso vertiginoso.
Una vez en el pueblo ( C6 ) que da acceso al Parc Natural D'Aigüestortes, buscamos una farmacia. Esa fue nuestra obsesión durante toda la mañana. Conseguir remedio que paliase el dolor del maldito talón. Nada de nada. Al final nos dejan un spray que resulta un bálsamo momentáneo. Enfilamos la marcha de nuevo. Son las cuatro y pico de la tarde y quedan unos 20 kms para llegar. Cogemos asfalto y nos desviamos atravesando un sendero que va por encima de la carretera. Precioso. Nuestro ánimo se ha puesto por las nubes. Vuelve el semblante afable en la cara de mi amigo. Vamos camino del pueblo de Son ( C7 ). Otro sendero fantástico nos deja de nuevo en el asfalto. El sol luce. hoy no ha llovido ni lo hará hasta el final de la etapa. Nos adentramos en el bosque de Mata de València. Nos toca tirar de la bici a cuestas por una fuerte pendiente no ciclable. Iniciamos el Coll del Calvari. Su nombre no le merece. Aunque ya vamos muy cansados y tiene rampas que toca meter el molinillo de nuevo, el auténtico calvario ya lo llevamos desde las nueve de la mañana. Al final del collado entramos en el Bosc del Gerdar.

No es un tramo ciclable, está prohibido para no estropear su equilibrio. Una cuerda floja llena de belleza, sin duda. Pasamos maravillados entre cansancio extremo y admiración. Paraje digno de ser habitado por elfos del bosque y otras especies del imaginario de las hadas, los gnomos y hasta algún troll. Bellísimo. El puente con los árboles caídos nos anuncian el final del sueño. A Alberto, en cambio, el inicio de la pesadilla. El "paseo" le ha vuelto a destrozar su maltrecho pie derecho. Llegamos al Hotel dels Avets, lugar genial para descansar por unas horas. Nos pegamos una cena de homenaje. Aunque a alguien ya le echan encima los temores de no poder llegar a la esperada meta.


E T A P A 4: B O S C D E L G E R D A R - V I E L H A

Desayunamos de lo lindo
. Huevos con bacon, embutido, mermeladas, cereales...de todo y bueno. Sin duda, nuestra estancia en els Avets fue inolvidable....en varios aspectos.
Nos ponemos en marcha circulando por la carretera general en vertiginoso descenso hasta antes de Sorpe. Pasamos un sendero que acaba en unos escalones y ganamos el falso llano. Atravesamos Isil, Alòs de Isil y agún otro pueblo que ya no recuerdo. Lo único que me viene a la mente era que me encontraba las piernas muy vagas, pesadas, me costó coger el ritmo. Aquella etapa era diferente del resto, sería porque era la última? Intenté saborear cada quilómetro, cada recodo del valle, cada nota musical que el río producía al chocar contra las rocas, allí, a la derecha de nuestra marcha, durante un buen rato.
De momento el ascenso era paulatino y asequible, nada de "molinillos". Poco a poco íbamos ganando desnivel, el sol lucía e invitaba a ponerse de corto.
A coger ese "moreno paleta" y echar mano de la crema protectora. Dejamos la carretera y tomamos una pista que nos dirigirá al Refugi de Montgarri. Yo había estado hacía muchos años, aunque mantenía la imagen intacta en mi mente, o por lo menos mi percepción de ella.
Un valle nos introducía a una pista llevadera, con algunos tramos duritos y pedregosos, pero ya nada nos podía hacer parar. Bueno, tan sólo, una vez más, la lluvia. A escasos quilómetros de Montgarri, nos hizo volver a taparnos con los manguitos y el chubasquero. Arreciaba por momentos así que aceleramos la marcha y en poco tiempo ya llegamos a Montgarri ( C8 ). Era parecido a cómo lo recordaba. La iglésia con el tejado de pizarra y el refugio. Entramos y nos tomamos un reconstituyente a base de café con leche y unas gotas de baileys...muy recomendable. Hicimos unas fotos de rigor y porseguimos la marcha.
De nuevo lucía el sol. Tomamos el sendero que más tarde se convertiría en pista que nos llevaría al Pla de Beret. Sin duda, un entorno hermoso, como todos los días. Las fuerzas iban justas, así que me concentré en no perder rueda pero sin cebarme. Esa ha sido mi receta para resistir. Ser consciente de las limitaciones de uno mismo. La única que no te debe vencer es la montaña, el resto que pase y ya nos encontraremos....Al llegar al Pla de Beret tampoco puder obviar unas imágenes que me vinieron a la mente sobre el puente ese que pone "Baqueira Beret" un clásico de la zona. De nuevo el cielo se cerró y la brisa gélida anunciaba agua. Habiámos llegado al final de la subida en esta Pedals de Foc.

Ahora se iniciaba un descenso peligroso, por un sendero reconvertido en riachuelo lleno de cantos y grava que golpeaba el cuadro de mi TranceX1 ( por cierto, hasta ahora no lo he dicho....una auténtica máquina ). Los senderos se entrelazaban mientras a lo lejos veíamos el valle que sería nuestro último destino. Aquí te alegras de llevar una "doble". Propedal fuera y tirando de frenos de disco. Los senderos eran variopintos, pero si tenían algo en común, muy resbaladizos y arcillosos. Yo abría la marcha en muchos casos, una vez estaba claro la dirección a tomar. Me gustan mucho este tipo de caminos, no me arrugo, aunque tampoco soy un bajador nato, ni mucho menos. La bici me concedía el envite de soltar freno y coger más velocidad, pero sabía que a pocos quilómetros de la llegada esto no era muy prudente por mi parte así que fui haciendo sin cebarme ni coger riesgos innecesarios. Poco a poco el desnivel negativo iba disminuyendo. Artíes, Baguergue, Salardú, Garós...todos quedaron atrás. No sólo esos pueblos, sino también las sensaciones, aromas, sonidos, en definitiva, esencias mezcladas con nuestras vidas que se confundieron durante unos días con el monte y sus moradores. Nosotros no estamos entre ellos, y que así sea por muchos años. Dejémoslo así. Hemos llegado a Vielha.
Rápidamente vamos a la oficina de Pedals de Foc, ( C9 ) recogemos el maillot conmemorativo del evento, premio a nuestro esfuerzo. Un poco defraudados por el diseño. Hoy ya me gusta más. Cogemos el coche y volvemos a casa. La aventura ha terminado.


A G R A D E C I M I E N T O S

A los cuatro colegas de Valencia: Vázquez, Abraldes, Miguel y Dr. Juanito. Sin ellos no hubiera sido posible, de verdad. Nunca os olvidaremos. Espero que volvamos a coincidir en otra ocasión. Fue un placer pedalear a vuestro lado. Os deseamos lo mejor.

A los dos colegas de Barna: Carles y Jordi. Con su experiencia nos ahorraron una caminata con la bici a cuestas por el Coll de l'Oli. Además de su conversación amena y sentido del humor.
Ens trobem aviat pel Montnegre!!! Us hi esperem!!!



Muy especialmente, redundo en este caso, a Alberto. El único que me ha seguido en esta historia. Con él todo fue más fácil. Nos conocemos desde hace relativamente poco pero estas ocasiones hacen ganar mucha cantidad de amistad en muy poco tiempo. Por mi parte así ha sido y espero que por la tuya tambíen. Sin duda, un gran biker y mejor persona.



Llegué a casa agotado. Pero lo peor empezó al día siguiente. Una bronquitis de dimensiones descomunales y que aún no me ha desaparecido completamente. Me levantaba entre tos y ahogos, lo he pasado realmente mal. Me pregunto si mi naturaleza endeble me protesta ante el esfuerzo y me pide que no lo repita ( y eso que no es ninguna hazaña extraordinaria )....creo que no le voy a hacer caso, de momento.